jueves, noviembre 16, 2006

A neuronas en chocolate, corazón embustero


Comentario del artículo: Eso que llaman amor.

Salgamos de la prehistoria, hace poco leía acerca de cómo se produce el enamoramiento. ¿No es extraño que cada vez que estamos “empatinados” con alguién nuestro ánimo sea un subibaja? ¿O qué sintamos esa inesperada euforia? ¿Y esas alteradas palpitaciones que vienen hacer las veces de una par de Max Energy en plena fiesta?... claro!!!! a mí que ya me sonaba extraño el ver por la calle a esos tortolitos como recién fumados, enclavados de pupila como zombis enajenados venerando a San Valentín. Si estar enamorado viene a ser casi igual que mandarse unos hongos bañados con la “Lechera”, con razón dicen que el amor es ciego si hasta se alucina y la vara.

Resulta que muchos y muchas experimentan estas sensaciones, pero casi nadie sabe que el corazón no tiene vela en el entierro. Más bien todo este proceso de "amor" comienza en una región cerebral llamada sistema límbico o cerebro emocional, esta parte -por supuesto- controla nuestras emociones y es donde se desatan unas reacciones fisioquímicas que producen la “enajenación zombistica“ para la que aún no hay cura.

Según el artículo, al evolucionar desarrollamos una comunicación entre el cerebro emocional y el córtex cerebral en donde se regula las capacidades cognitivas (racionales). Esto explica las reacciones instintivas que tenemos ante los estímulos primarios (los menos evolucionados). Y también explica las reacciones cavernícolas de mas de uno que anda por ahí.

De este anterior punto algo también muy importante que deduzco es que es mediante este “dime que te diré” entre lo racional y lo emocional es donde a mas de uno se le hace un circuitazo y empieza el despiche entre lo que se siente y lo que se piensa, ya que no siempre lo que sentimos corresponde con lo que pensamos, algo que sin lugar a dudas todos hemos pasado, solo que algunos lo superan más fácil y otros se quedan medio enclochados en sus instintos cavernícolas de dependencia afectiva.

Dentro del sistema límbico (cuando escribo esta palabra siento que hablo como de los halcones galácticos o algo así) está el hipotálamo, región que segrega un neurotransmisor llamado feniletalimina, su acción es similar a la provocada por la anfetamina, esto explicaría esa sensación de euforia, exaltación y bienestar que acompaña a todo enamorado.

Pero la feniletanolamina no trabaja sola interacciona con otras sustacias: la dopamina, la noradrenalina y la serotonina. La dopamina parece estar implicada en el mecanismo de aprendizaje. De ahí esa capacidad para captar todos los detalles sobre la persona que nos atrae. La serotonina determina el control del estado anímico. Su fluctuación explica los bruscos cambios de humor que se producen durante las primeras fases del enamoramiento. La noradrenalina, que también induce a la euforia, estimula la producción de la adrenalina, de que aumente la presión sanguínea en el organismo y la que hace palpitar el corazón cuando se ve a la Julieta (Romeo en casos femeninos).

También el articulo hablaba de las altas cantidades de feniletalimina que contiene el chocolate, lo que en algunas personas produce un efecto placentero de felicidad. Por lo que para los que andan de “corazón partío” podría ser un buen alíado.

En conclusión, el corazón es una marioneta, todo esto pone en tela de duda el oficio real de don San Valentín… maldito embustero, para mí que es uno de los socios más antiguos de Pablo Escobar. Toda la trama del “Amor” se reduce a un proceso físico-químico cerebral, que lo que hace es mantener a sus adictos ya sea con depresiones, despiches emocionales o enarbolados flotando en el aire en un estado de tortolitis aguda en el cual no tiene que ver nuestro laborioso corazón.

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